Fin de año
Hoy todo termina. Pero ¿Qué termina?.
Después de este día algunos seguimos pobres y desempleados, seguimos cargando traumas y otros no se van a desprender de la pena. El siguiente día no traerá a nuestras manos posiones para el amor, polvos para olvidar, ni maquillajes para difrazar nuestras caras de miedo y pánico, porque, a pesar de los muchos años nuevos que hemos presenciado, aún no tenemos idea. Y la pastilla que ayer tomaste con tanta fe para borrar los problemas, mañana, junto con los fuegos artificiales, no se volverá magicamente más efectiva: por que esa pastilla no es para solucionar problemas... Como dice Kashmir: "Sólo Dios sabe lo que estamos celebrando"
El año nuevo es uno de los grandes vestigios de nuestra tribalidad. Es un regreso a los inicios de la humanidad donde esta era temerosa de los elementos y que respondía con supersticiones a los hechos que le rodeaban.
Lejos de desarrollar ese temor hacia un necesario respeto la humanidad sigue muriendo junto con la noche y el día. Sigue atando mazorcas a piedras para asegurar que el nuevo día nos traerá una buena cosecha.
¿Por qué celebraremos? A veces me gusta preguntarme (gracias a mi tiempo libre, al que le juego al Necaxa me gusta complicarme un poco más la existencia). Celebramos una especie de renacimiento con cada calendario que hemos de quemar. Para mi cada día es una lucha, pero no celebramos cada día, no nos levantamos entusiastas, no nos levantamos pensando “Hoy va a ser mi día”. Escucho a mis cercanos levantarse con la frase en la boca: “No hallo la hora de que se acabe este año” pensando que talvez el nuevo año cambiará completamente lo que ha sembrado y cosechará algo diferente de lo que alguna vez sembró. Y ciegos en esta ilusión depositan su fe en calzones amarillos, uvas (no más ni menos de 12) y oro en las copas de champagne y no depositan su voluntad en simplemente hablar con el corazón a aquellos que siente que agravia o a quienes le ofenden una y otra vez más.
“Que se arreglen las cosas solas, que el año que se va se lleve mis problemas y que el año que viene me salve de mi mismo”.
Los años sólo pasan y si lo pensamos mejor los años no existen, juntos con el tiempo.
Leía por ahí que un matemático se asombraba con la creencia de que si algún día la tierra dejase de girar nosotros seguiríamos pensando que el tiempo seguiría para siempre andando como lo ha hecho hasta ahora.
A los que han sido lo suficientemente vigorosos para llegar a esta altura del texto les cuento que este no es un texto que busca deprimirlos en esta fecha de algarabía. Sólo estoy tratando de llenarme de esta voluntad y estas ganas de dejar lo que pasó atrás una vez por todas tomando el símbolo del cambio de año, pero que este sentimiento no me deja al calendario avanzar en sus primeros días: Quiero llevarme por el camino donde cada día sea una nueva oportunidad y ocasión para celebrar, que cada día todo lo que duele se quede en ese día (gracias a mi por supuesto) y lograr mediante la misma voluntad, dormir tranquilo en la noche porque el dolor que pasó no volverá a pasar y si este llegase a volver, saber abrazarlo, aprender y dejarlo a un lado del camino para seguir mi camino.
Por que eso es el Zen, es un nuevo año constante en cada momento, en cada respiro: “Tener la mente aquí y ahora, donde pertenece” y mirar al tiempo como lo que es: un viento que no se detiene.