sábado, septiembre 24, 2005

Miedos

Aunque quise, no pude entregarles mi resumen de fiestas patrias. Estuvo muy divertido, mucho mejor que otros años. Mejor les dejo unas fotografías.

Es que estos miedos, a veces simplemente no se pueden aguantar. A veces deambulan de un lado para otro lejos de mi cuerpo, pero en estos días que se apoderan de mí, en verdad se hace insoportable.

El hecho de caminar sin avanzar logra volverse rudamente en un calcetín en mi boca, en mis manos maniatadas y una deshidratada alma que sólo se lamenta sobre la ilusión de volver a ser libre después de ser secuestrada.

Ya no quiero tener más miedo.

Ya no quiero subirme al bus que me dejará en casa y temer y desconfiar de quién está a mi lado. Puede que quiera tomar mi billetera, o talvez tomé la de mi vecino, y no quiero callar, quiero denunciarlo, quiero ser lo suficientemente valiente, quisiera estar calmo. Quisiera no entristecerme porque la persona que subió al bus no eligió sentarse conmigo, ya no quiero convertirme en este coágulo que es, en definición, en lo que me estoy convirtiéndome: en el coágulo, el mismo que no deja que me alimente de oxígeno, el que no deja que fluya en mi y para conmigo. Ya no quiero temer, ya no quiero pensar más en estos miedos, no quiero exigirme ser más de lo que no soy...

Quiero ganar, pero que no me importe. Quiero vencer en la batalla y que se terminé todo, pero todo cuando suene la campana... quiero ver que mejoro, que soy mejor, llegar a la cima, a lo más alto y no tener miedo de mirar hacia abajo... y no temer de saltar, de dejarme en el vacío, pero después de lograrlo todo saber que en verdad no es todo y que no me importe llegar tan lejos, que no me importe cuan lejos he llegado si no que  simplemente estar feliz de haber comenzado...

Quiero perder y saber que lo di todo, pero hay gente más grande, más fuerte y más rápida que yo... quiero que no me importe... quiero no querer... Que esta ira que se me escapa de la mano, que la nostalgia que me mantiene despierto, el dinero que no tengo que me tiene tan preocupado queden atrás cuando al fin de el primer paso.

miércoles, septiembre 14, 2005

Intuición de hermano

La intuición me ha traído donde estoy. Si bien no es el mejor del mundo, no funciono de otra manera.

De esa forma los sucesos de algunos meses atrás se sucedieron: por intuición, en un día que casi llovía me decidí a caminar por el presentimiento de lo que más sucede cuando uno está en la calle. Lamentablemente no salgo mucho, si que esa sensación podía haber sido sólo una simple esperanza, de esas regulares, sin nada extra. Pero convencido como un buen soñador golpee la acera con mis pasos, con la bolsa del pan (sin arrastrarla) en una mano, las cuentas ya pagadas en la otra y en el corazón el latido de que me iba a encontrar con alguien. Capaz que nos encontremos.

Así que fue que me encontré con mi gran hermano Carlos Hernández con el cual coincidimos hace poco para conversar y relajar la vena del estrés natural y social de la vida universitaria y del instituto profesional.

Que mejor para este motivo que golpear un par de bolas contra otras bolas con un palo, las cuales al encontrarse suenan como golpes: “El nunca bien ponderado palo”.

Así fue que nos tratamos de poner al día con mi cumpa, hablar de trascendencias superficiales y de cosas inconexas trascendentales sólo por eso: conversar, saber que cuando uno llama el otro contesta, cuando uno tira una talla de tendones y el otro se ríe en cuatricromía. Es saber que al final es estar interactuando con alguien que habla, di bien un dialecto diferente, en esencia, un mismo lenguaje.

Este post busca celebrar el encuentro de los hermanos, porque eso hacemos, celebramos cada vez que echamos una bola en la buchaca sin rajar el paño.

¡Salud!

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