Querido lector imaginario
Se me fue todo a la chucha.
Muchos blogueros pasamos esta crisis alguna vez. Pero bueno, hoy me tocó a mí y me tocó utilizar este hermoso medio para desahogarme.
Hoy, ni siquiera puedo decir que este blog se ha ido a la chucha, porque entre más miro y releo los post que este cobija ni siquiera estoy seguro que se fue a la chucha, o ya llegó o no alcanzó a llegar.
Esta virtualidad está a la deriva.
Recuerdo que comencé este blog con algunos escritos de Judas, luego le di rienda suelta a mi entendimiento del diseño, luego fue la poesía y hasta llegué a tratarlo como “el-diario-de-vida-on-line” que muchos dicen que son los blogs...
Algunos lectores declararon su predilección por mis pelás de cables, ficción o no ficción, que he logrado, en pocas oportunidades, redactar con una claridad que he logrado asombrarme a mi mismo.
Pero este blog perdió su rumbo.
Tengo varios blogs. Algunos a medio empezar, a otros abandonados con nostalgia y con una esperanza de volverlos a retomar. Pero al final, no importa cuantos blogs construya, siento que ya no tengo que contar. O si tengo cosas que escribir, no logro sentarme a redactarlas y sentirme satisfecho de lo que resulte.
Si, hay algunos proyectos que me salieron buenos, con la ayuda de mi hermano y compadre (hoy en día, el podcast de las preguntas ha sido el blog/Podcast que más me ha llenado de satisfacción en cuanto a contenido) pero ese fenómeno creo que se aleja por qué lo comparto. Tan mío, en verdad no es.
Pero la “extraña timidez” que me ha caracterizado en estos últimos años se ha desplegado hasta hacerme tímido en este lugar donde, debo confesar, la vergüenza no es tu mejor aliada.
¿Pero vergüenza de qué?
Claro, si esta cosa no la lee tanta gente. Nunca he dejado de pensar en el concepto de “lector imaginario” que leí una vez en un blog inglés que no recuerdo y que hice mío por que me parecía tan acertado.
Aún me importa demasiado lo que se piense de mi, miedo estúpido si lo pienso y que ha sido la gran causa de mi crónica melancolía, de mi querida nausea y el culpable del puto colon irritable que me construí por dejarme de lado para darle la satisfacción a otro.
Es así como hoy lamento tanto no tener la valentía suficiente para hablarle a cierta persona que ni siquiera conozco, pero puta que tengo curiosidad de hacerlo, pero son esas pequeñeces que me hacen humano las que me limitan, hoy con mucha más fuerza.
¿Entonces para que cresta escribo?, esa es la pregunta que algunos se han hecho más de alguna vez.
Una vez comencé por mí, luego llegué a escribir por otros y terminé censurándome para no hacer sentir desagrado en personas que creo que lo sintieron así.
Por eso que esta ya no es la opinionj que conociste, mi querido lector imaginario, ahora es simplemente la bitácora de la perdida de un rumbo. De esa impotencia de querer hacer algo, pero que esta pequeñez de cuerpo me limita a no hacerlo. De contarle que me encanta como se ve con esa falda, su pelo negro tomado, el delantal de mangas cortas, su concentración en esas carpetas azules y su mirada atenta a esos procedimientos; o declararle a cierta persona que me gusta más cuando cierra el pico, porque puta que habla wevadas y que lo está llevando a esa personita al precipicio para empujarlo. O gritar que ya no quiero trabajar más en ese lugar, que me apesta la compañía y no es que no sea una pega buena, es que simplemente no soy yo. Y que simplemente, si no fuera por esa falda, por ese pelo tomado, ese delantal de mangas cortas, esa concentración y esa mirada atenta un día de estos colapsaría, porque no tendría esa imagen para respirar (suspirar) entre tanta contaminación.
Judas…. Puta, ahí está Judas, y ahí está el blog de un budoka y ahí está el puerto blog… esperándome, pacientes, mientras yo trato de lidiar con mi cabeza y descubrir pa’ donde mierda voy.