Los que no están me dejaron acá
Cómo siempre la vida no deja de sorprenderme. No es una sorpresa de boca abierta y de ojos constelados; o de manos tomando una cabeza en signo de no comprender. No es ese tipo de sorpresa. Es más bien una sorpresa de banca de plaza, de jubilado con palomas, de analizar el cielo desde tu habitación acostado en tu cama, de un pequeño momento que es el resultado de todos los momentos, frente a un espejo, en una fría mañana en algún paradero.
No importa como el río crezca siempre llegará al mar y sin saberlo, en ese entonces, todos mis amigos que ya no siento como amigos me llevaron a encontrar a quienes nunca vi como tales.
Es que aún me duelen algunas cicatrices y por lo mismo, después de algunos vasos de alcohol y de excitación de masas al lado de una parrilla no pude resistir, entre verso y verso, entre risa y carcajada, lanzarme unas lágrimas en algún hombre que en algún momento fue uno más dentro de una sala de clases.
Es que la gente que me acompañó dándome su mano ya no está y ahora sólo están los que siempre estuvieron y que nunca quise ver. Así, como el río busqué el mar sin poder mirarlo y fui acompañado por flora y fauna que supuse eran mi mar, mi destino, mi casa…
No dejo de estar orgulloso de mi hermano Carlos, cómplice en esto de los podcast, de la leyenda que siempre está interesado y que nos regala la misma sonrisa sincera desde siempre.
No es que quiera dejarlos afuera, pero Uds. bien saben quienes son: son mi mar después de tanto viaje.
Disculpen si les agüe el trago con mis lágrimas en algunas noches, pero soy medio sensible además que Uds. tienen la culpa, Uds. sin pensarlo me prestan su hombro cuando este piloto anda medio con pena.
Nos vemos en el delta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario