Cardiopatía I
A pesar que tengo muchos canales para gritar, a veces no es suficiente. A veces el canal para desahogarse no es el problema, tal vez es la calidad del desahogo es el que falla.
Puedo hablar mucho y aún decir nada, arte que inmortalizó a cantinflas con su eterno rodeo que resultaba simpático, pero en mi caso el rodeo se ha convertido en una forma de vida.
Y no es un problema de temor a la intimidad (o tal vez si) o que no tengo una paila dispuesta a escuchar, es que por naturaleza la gente a llegado a mí a contarme sus cosas y siempre me he sentido orgullosos de tener un consejo adecuado cuando me lo piden, pero siempre sólo cuando me lo piden. (Odio el consejo barato, ese el cual ni siquiera te lo han pedido y que después de un efímero estudio ellos ya han resuelto el problema, sin saber ni la mitad de este).
El asunto es que siempre he sabido lo que debo hacer con mis problemas, pero nunca he seguido el camino correcto o el que yo he pensado que es el correcto, pero nunca lo he seguido (onda Coronel Frank Slade de “Perfume de mujer”).
Hubo un tiempo en donde mi intuición era todo. Sólo necesitaba escuchar a la boca de mi estómago para saber que hacer. Me equivoqué un montón… ¿esa es la vida no?, pero todo lo hice con gusto y no me arrepiento. Pero ahora el Complejo de Hamlet que padezco me hace dudarlo todo. Por eso hoy ya evito contar con mis pocos amigos las tribulaciones que me dan vuelta en la cabeza, porque sé que los consejos que recibiré serán los adecuados, pero nunca los seguiré. Y en verdad eso molesta. Cuando uno está en el otro lado y se preocupa por esa persona aproblemada, verla fallar y fallar una y otra vez, a ver dicho “si entiendo” cuando le explicaste lo que opinabas tu y verle hacer todo lo contrario, es frustrante y eso debilita la fuerza de la relación, sea cual sea la naturaleza de esta.
Por eso estoy en una etapa de invernación emocional: estoy callado, en silencio. Este hombre que siempre le fue fácil desnudar su alma hoy a abriga con mucha ropa de invierno a su alma, con bufanda y gorro incluido, porque hace frío acá dentro, detrás de la sonrisa que siempre encontrarás en mi la cual esconde esa tribulación que en verdad no sé ni su nombre ni sus características. Sólo sé que es una cardiopatía aún no especificada.
Creo que cuando sepa la causa de esta cardiopatía, su nombre y sus causas, buscaré una paila amiga y un hombro dispuesto a recibir algunas manchas transparentes.