el silencio: medida de distancia
Tengo serios problemas con el silencio, a pesar que aún afirmo que el gran problema de los bateristas es su falta de amor por el silencio (que es una gran parte de la música), el silencio es un espacio que siempre tiendo a llenar.
Cuando más pequeño, llenaba ese espacio vacío con historias reales, ficticias o, muchas veces, que empezaban con una verdad para volverse en una gran mentira. Pero me molestaba que estuviese ahí, siempre lo hizo. Para mí es como un teléfono que suena: porque un teléfono que suena pide y debe ser contestado, de ese modo, el silencio pide ser llenado, tarde o temprano.
Al crecer vi que el silencio no era tan malo. Ayuda a pensar y a concentrarse, ayuda a dormir o simplemente a sonreir. Pero en este caso, el silencio no existe del todo, puesto que, en la concentración uno está “escuchando su propia mente”, por lo cual, si bien no hay sonido (movimiento del aire) si hay un sonido no físico que ocurre en la mente. Cuando uno duerme… pues, está inconsciente, no importa si hay ruido mental o silencio ambiental.
El gran tema, tal vez uno de ellos, es que, en silencio medía la distancia que tenía con mi viejo, que en verdad era un gran espacio para llenar.
También está el silencio de la ausencia, que es la que me ocurre con algunos que hablan mucho, pero nada de lo que uno espera escuchar. Pero no puedo acusar el silencio por aquella ausencia, aunque es el silencio que más duele y que más se escucha…
En volá, el silencio me llevó a retomar este blog… que, a pesar que dice muchas cosas igual sigue muy callado.
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