Día del Padre
Nunca he tenido una relación muy cercana con mi viejo. Eso del tema del lenguaje, la brecha generacional, el hecho de que el haya sido uno entre dieciocho y yo el único hombre y ultimo nieto de toda la familia hace que uno como que se distancie un poco de cómo vemos las cosas, como abordamos nuestras vidas.
Gracias a su vida de carencias, mi viejo se encargó de llenarme de cosas que el no tuvo, de darme lo que quise y de nunca tener un estomago vacío, unos zapatos incómodos ni una cama donde pasar frío.
Pero lo mejor que me ha dado mi viejo fue en una tarde de mi niñez que nunca logré olvidar.
Fue en la casa de Mi tío Pedro, uno de mis tíos favoritos, más conocido como el marino. Siempre acostumbramos a ir por un asado o un paseo, ya que el vivía pal interior, por lo cual había clima pa estos temas.
Al lado de su casa había una sede y una cancha y yo llevé mi pelota, como siempre yo weveando por acá y por allá.
Si que me fui con mi cuñado a chutear un poco. Gracias a él sé lo que sé de fútbol (en eso cabe las reglas, la forma de pegarle a la pelota, etc).
Pero esa vez mi viejo se nos unió. Mi viejo siempre trabajó mucho, le encanta trabajar, se entretiene. Eso más el hecho que en ese entonces vivíamos en departamento como que no facilitaba eso de los juegos de padre e hijo. Pero esa tarde pasamos toda la tarde, luego del asado jugando y chuteando y llenándonos de tierra.
Al pasar el tiempo, yo ya titulado, todo un profesional, después de tanto tiempo… esa tarde es el tesoro más grande que me ha dado mi padre.
Por eso papa… aunque hay poca chance que leas esto, te amo…
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