Lo temí por tanto tiempo. Pero simplemente era inevitable que llegara y que todos se volvieran locos. Claro, hay muchos que me acusaron de amargado y loco, que no entendían como podía estar acostado tan temprano, hipnotizado por el history channel o cualquier canal que me ofreciera una droga mejor que la oferta rodeando a toda la familia.
Entiendo que todos debamos tener un asidero para darle sentido lo sin sentido. Claro que es necesario cuando no eres suficiente para ti mismo, que eres tan cobarde de aceptar la verdad de que todo está en tus manos: que eres tu peor enemigo y tu mejor aliado (según el escenario y mejor dicho el como te pares sobre él). Para quién no tiene claro esto y se niega a aceptar que lo que te sucede es sólo tu responsabilidad, para quien aún es débil debe tener esas cosas para echarle la culpa a causas externas, que alguien más se equivocó, que el destino, que la estrella, que la mala o buena suerte... ellos son los culpables no tu. Para quien piense así el año nuevo simplemente es la posibilidad de escapar del pasado que se fue y de que seguro la embarraste.
Está bien. Lo acepto. Aún creo en algún orden universal, que soy perro de agua y que por eso este año puede tener ciertos significados. Pero entiendo estas luces en el camino sólo como señales y yo soy el que decido transitar por el lado iluminado o por el lado en las sombras, no las veo como la respuesta definitiva, sólo son guías, nada más.
Lo que sé es que mientras muchos de Uds. celebraban yo ya llevo viviendo el nuevo año hace meses. Esta arbitrariedad de 12 meses con 365, que, por curioso que sea, duró un segundo más para compensar la inexactitud del fraccionamiento de la vida en años no significó mucho para mí, yo ya llevo meses viviendo un nuevo año: uno en el cual estoy solo, en el cual extraño todo a lo que renuncié, un año donde me volví un profesional cesante que logró ganarse un nicho en la administración pública, un año musical, con amigos lejanos, con tristezas varias, con numerosos llantos. Yo, el que menos lloraba y me reía de la gente que lo hacía. Curiosa la forma que tiene la vida de ponerte en tu lugar.
Deje de ser el pololo de una polola que sólo volveré a encontrar en sueños, disolví la banda llenas de amigos, dejé de ser el estudiante... pero todo esto fue el año pasado y este año, el nuevo, ya lleva meses andando. Más que le número no hay nada más... sólo calor, la estadística de un hospital y las ganas de que llegue el domingo para salir a tocar.
Sin darme cuenta comencé a convertir este post en un resumen anual, si que antes de caer en eso terminaré de escribir.
Este proyecto de post anti absolutismo se autodestruirá en cinco, cuatro, tres, dos... feliz año nuevo. Plaf!